Será por opiniones...
¡Alcalde, vete ya!
FRANCISCO ROBLES
Actualizado Miércoles, 21-10-09 a las 06:58
Manuel Ruiz de Lopera, alias Donmanué, comparte con Pedro I el Cruel una pasión: los azulejos que decoran el Salón de Embajadores del Alcázar son el antecedente de los que resguardan de la humedad el salón comedor de Jabugo’s Palace. Al mandatario bético, que habla de sí mismo en tercera persona como “La Mayoritaria”, también podemos encontrarle un claro parecido con el máximo regidor hispalense, Alfredo I de Sevilla y X de Mercasevilla. Un parecido… o unos cuantos para ser más exactos.
De momento hay que señalar que Alfredo y Manolo –nombre de dúo sacapuntero donde los haya- comparten jueza de cabecera. Doña Mercedes Alaya está detrás de los pasos de las empresas loperianas, más conocidas como Tegasa o Encadesa, y de las empresas que se han montado alrededor de Mercasevilla: Mantecosa y Colorasa. Si la Palmera está acolapsá de criaturitas, el Distrito Macarena está acolapsao de facturitas que son más falsas que los jeques árabes que querían comprar el Betis.
Todas estas coincidencias se han plasmado en el lugar que mejor define el carácter del sevillano: la calle. A Lopera se lo gritaron en la Avenida de la Constitución y a Monteseirín le han hecho lo propio en su barrio de Triana. De aquel «¡Lopera, vete ya!» que ha entrado de lleno en la literatura manqueperdista verdiblanca, al nuevo grito de guerra que ha inundado la calle San Jacinto: «¡Alcalde, vete ya!»
¿Qué ha hecho el alcalde después de la manifestación? Lo mismito que Lopera. Esos trianeros no representan a la mayoría. No son la voz del pueblo fiel que se agrupa en torno a las asociaciones subvencionadas, a los clubes subvencionados, a las cofradías subvencionadas… Estos trianeros no dicen que aquí se hace lo que diga don Alfredo, y se pasan el carril bici de Torrijos por el arco belmontino del triunfo.
Monteseirín seguirá los pasos de Lopera. Se recluirá en su despacho y en su despecho. No le sirven los versos de Juan Ramón Jiménez. «Y yo me iré, y se quedarán los pájaros cantando…» Alfredito Buena Gente sabe que ocurrirá algo parecido cuando abandone la Granja de San Francisco, enorme pajarera donde pían los pájaros de este Alfred sin Hitchcock. El alcalde intuye que el verso sería otro. Cuando llegue su viaje definitivo y se vaya del Ayuntamiento tendrá que darle una vuelta al poema juanramoniano: «Y yo me iré, y se quedarán estos pájaros trincando…»
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