Una leyenda que llega al vaticano La distinción coincide con las obras de mejora en la iglesia de Santa Ana
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Francisco Rodríguez Moreno, el 'Mudo de Santa Ana', recibirá la cruz Pro Ecclessia et Pontifice por concesión papal · Vive con su memoria histórica y le dan de comer las monjas de la Cruz Roja de Triana
Francisco Correal | Actualizado 05.10.2008 - 05:03
El Mudo de Santa Ana, junto a los alumnos de la Escuela Taller que dirige Yolanda Peñuela (a la derecha) y el busto que hizo Enrique Lobo.
Rodríguez Moreno, una institución en Santa Ana y toda Triana.
De los diferentes silencios de Sevilla, el suyo es el más sutil. Francisco Rodríguez Moreno nació, asegura su documento de identidad, el 15 de febrero de 1933. Hombre de iglesia en el sentido más amplio de la palabra: todos los que visitan la iglesia de Santa Ana, que por las obras de la Capilla de los Marineros en la calle Pureza acoge a la Esperanza de Triana y al Cristo de las Tres Caídas, se encuentran en la puerta que da a Vázquez de Leca a un hombre sentado en una mesa con estampas, un cepillo y un almanaque.
Recibe los donativos, tiene llaves de todas las capillas. El Mudo de Santa Ana es una institución. Hace mucho a cambio de nada. Le dan de comer las monjas de la Cruz Roja, eso sí. Y allí mismo le asisten en sus dolores de las piernas, que le obligan a caminar por el interior del templo, las pocas veces que abandona la mesa de las estampas y el cepillo, con ademanes de pistolero crepuscular.
Su vida es un misterio alimentado por continuas leyendas. "¿No ha escuchado cuando el Mudo le habla a la Virgen?", pregunta al periodista el prioste de la Esperanza de Triana, Julián Arenas, que hasta su jubilación fue comerciante en Triana y en la calle Feria, en los dos dominios de Juan Belmonte. En la puerta de la iglesia que da a la plazuela de Santa Ana, ese parnaso del rock andalusí de la Triana californiana, hay un cartel que dice No aparcar. Reservado novios. ¡Cuántas parejas fueron a Santa Ana para apalabrar los dichos y se encontraban con el Mudo! Dicho y hecho. "Cuando yo me casé, estaba de párroco don José María Arroyo", recuerda el prioste, "y ya estaba el Mudo. Cuando vine a celebrar mis bodas de plata, había cambiado el párroco, era don Juan Martín Pérez, pero el Mudo seguía allí".
Unos turistas romanos se llevan una estampa de Santa Ana que les acaba de dar el Mudo. No saben que hasta Roma llegó la noticia de este hombre de Iglesia. Y el mismísimo Papa de Roma, Benedicto XVI, estampó su firma para que el próximo 1 de noviembre, en ceremonia presidida por el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, le entreguen en Santa Ana la cruz Pro Ecclessia et Pontifice.
Para entonces ya estará colocada sobre la sillería coral, frente al muro del órgano, el busto del Mudo de Santa Ana que esculpió el imaginero Enrique Lobo. "Sólo necesité dos sesiones en mi estudio de Coca de la Piñera", dice el artista, "es el modelo más disciplinado que conozco". El párroco, Manuel Azcárate, había decidido darle compañía al Rey David en una hornacina simétrica, en la zona más alta de esta iglesia que mandó construir Alfonso X el Sabio. Dicen que es la única de las que existen en Sevilla que no se construyó sobre una mezquita. El Mudo frente al rey David. Ésa sí que es una decisión salomónica.
Los 30 jóvenes de los dos módulos de Carpintería y Restauración de la Escuela Taller Alfonso X el Sabio se han habituado a su compañía. Están trabajando en la cripta y en la capilla de la Virgen del Carmen. En la capilla de la Inmaculada está el grupo original de Santa Ana, la Virgen María y el Niño Jesús, el nieto de la titular de la iglesia. En el altar mayor, detrás de la Esperanza de Triana, la Santa Ana es un lienzo. En la trasera del retablo está la casa del coadjutor. Los albañiles y carpinteros han ido oyendo retazos de la historia del Mudo: a su padre lo fusilaron en la propia iglesia y él se ocultó en una cripta. Fue acogido posteriormente por el párroco José María Arroyo, que ejerció entre 1939 y 1968. Se ríe cada vez que ve a Paul, albañil nigeriano de 21 años. Lo asocia con un cura guineano que estuvo en verano y siempre cantaba cánticos espirituales. Soléas místicas.
Lleva consigo su memoria histórica, que apunta con gestos y exclamaciones. Los que le conocen saben cuándo se refiere al Señor de las Tres Caídas que el 15 de noviembre estrena cruz con madera de cedro del Canadá, cuándo habla del Cachorro o cuándo del Gran Poder, que muestra en una fotografía con un cortejo presidido por Queipo de Llano. Se le ilumina la cara cuando el prioste lo recuerda tocando el martillo para que le abran la puerta a la Esperanza de Triana. El Mudo dice "guapa" y mira al cielo. El Mudo habla. La que calla es Sevilla. Las monjas le darán de comer sopa de ganso en homenaje a Harpo Marx. Su música es callada, como el toreo de Paula según Bergamín. Sonará el órgano cuando le llegue la distinción de Ratzinger. Vive con sus recuerdos al modo de Nabokov: ¡Habla, memoria!