Iriney Santos: “¿Objetivo? Una cosa es ser ambicioso y otra gilipollas”
A veces suceden cosas en la vida que la cambian para siempre. Iriney, en apariencia, es el mismo de toda la vida, pero hacen falta apenas dos minutos de conversación con él para darse cuenta de que no es así. Hace poco nació su primogénita. Decir que era esperada es faltar a la verdad. El brasileño y su mujer la deseaban con todas sus fuerzas. Llegó al sevillano barrio de Triana y vino a coronar una etapa de felicidad que comenzó con la consecución del ascenso la temporada pasada. Cuesta creer que un hombre como él pueda desprender tanta ternura hablando de su pequeña. Ese detalle le hace más grande. El jugador explica que se encuentra en el momento más feliz de su vida personal y profesional... La pena es que encara la recta final de su contrato, pero ni eso puede enturbiar sus emociones, aunque de sus palabras se desprenda un toque de pena, nostalgia...
- Regresa tras cumplir su segundo ciclo. ¿Cree que le tienen tomada la matrícula?
- Tampoco voy a discutir el criterio de los árbitros, son los jefes y son los que llevan las directrices del juego, pero sí creo que en muchas jugadas podrían dialogar. Creo que todo sería más fácil. Si estás en otro equipo, en uno grande, te perdonan más; pero si estás en el Betis, te perdonan menos. Yo también tengo que ser listo y saber cómo funciona esto. Hay árbitros con los que se puede hablar, por ejemplo, Mateu Lahoz. Yo no soy un jugador sucio. Puedo ir con fuerza y con intensidad, pero nunca voy a hacer daño.
- ¿Con su carácter es complicado controlarse?
- Tengo una cosa a mi favor. Me pueden sacar una tarjeta amarilla, pero sé controlar y sé jugar con ello todo el partido. Estoy en una posición del campo en la que todo el juego pasa por mi. Estamos obligados a frenar a los rivales.
- Por suerte para el equipo, el pasado lunes no se notó su ausencia, algo que no era habitual.
- Somos el Betis, no el Barcelona. Somos un equipo en el que o corremos todos o vamos al carajo. El lunes se vio que del primero al último curraron un montón. O somos un grupo o nos vamos al carajo. Esa es mi manera de jugar, de ver las cosas, de ver la vida. Si no trabajas, no consigues nada. Si depende de mí, yo lo daré todo. Defenderé a una familia para dormir con la conciencia tranquila.
- Es el referente para la afición. Desde que se fue Edu no había un líder como usted.
- Mucha gente, en la vida en general, lo hace muy bien pero el reconocimiento no le llega. A mí me ha pasado muchas veces. Gracias a mi pequeño grano de arena la gente ha sabido valorar el trabajo que no se valora habitualmente, como sí le pasa al del delantero. Mi trabajo no es el de un protagonista. Tengo que agradecer a Dios que día tras día que me permita hacer fácil lo difícil. Sólo puedo decir que me hace feliz. Es un cúmulo de cosas que suma para que esté tranquilo, estable. Aquí estoy a gusto y eso se nota, me hace estar suelto, más contento.
- Pero ese buen momento llega en el último año de contrato...
- Yo sólo puedo decir que defenderé esta camiseta con la misma ilusión del primer y al último partido. Mi trabajo es darlo todo desde el primer día al último. Me quiero ir con la misma imagen con la que llegué, porque eso dice mucho de una persona, de un profesional. En cuanto a la renovación, el club, la institución, la permanencia está por encima de todo. Iriney seguirá haciendo lo mismo, intentando mejorar para que el equipo esté feliz.
- La situación del club es complicada. ¿Le gustaría que se hiciera un esfuerzo o es consciente de que es imposible?
- Imposible no hay nada en esta vida. Cuando llegue el momento, el club dará su valoración sobre mí. Yo veré qué es lo que piensan. Ahora mismo eso no me preocupa porque Iriney tiene otro objetivo que es jugar bien, ayudar al equipo y más ahora para que la tranquilidad llegue cuanto antes. Nos tenemos que centrar en el Getafe.
- ¿Qué le ha dado el Betis a Iriney?
- En el Betis es todo o nada. Aquí se vive con mucha intensidad lo bueno y lo malo. El profesional vive con la presión diaria. Mi primer año aquí, en lo personal, fue muy duro. Fue injusto no ascender en el último partido. Eso es pasado y sólo sirve para disfrutar un poco más lo que conseguimos el año siguiente. Estábamos otra vez en Segunda, se iba otra vez todo al carajo. Supimos, con un equipo joven, alegre, reaccionar. Sabe mucho mejor. El Betis me ha dado mucho porque ha sido el club, con respeto a todos los clubes en los que he estado, en el que ha nacido mi hija, y por ello estoy feliz. No puedo pedir más. Aquí o haces las cosas bien o haces las cosas bien. Esa presión hace que estés alerta siempre. Y si, además, el club está ordenado, y a los jugadores nos dejan pensar únicamente en lo deportivo, las cosas funcionan.
- ¿Que el objetivo sea la permanencia es poco ambicioso teniendo en cuenta cómo está la Liga?
- Tenemos que ser claros y objetivos. Empezamos muy bien, tuvimos un bajón tremendo y recapacitamos; luego perdimos, ahora ganamos... Entonces, hay que tener la cabeza fría y los pies en el suelo. Nuestro futuro no pertenece a nosotros; nuestro presente sí. Lo que queremos ahora es la permanencia, porque somos jóvenes, el club pasa por una crisis tremenda. Ahora, lo que tenemos que hacer es mantener la categoría para que trabajemos con tranquilidad, para que podamos mantener nuestros contratos. Una cosa es ser ambiciosos y otra es ser gilipollas. Pasar lo que hemos pasado y, por ganar un partido, venirnos arriba... Para nada. La vida hay que ir paso a paso. Ya sabemos que por la boca muere el pez. Si da la casualidad de que estamos arriba, olé al trabajo y olé a nosotros.
- ¿Qué le dice que un equipo como el Rayo, recién ascendido, esté a dos puntos de la Champions League?
- Yo he visto partidos del Rayo, ha fichado bien y creo que merece estar donde está. Creo que el fútbol pone a cada uno en su sitio. No podemos quitarle méritos porque esté recién ascendido. Cuando llegué al Celta, era un recién ascendido y nos clasificamos para la UEFA. Es un equipo con gente joven. Ahora mismo está por encima nuestra, esa es la realidad. Pero queda mucho.
- Pepe Mel no ha tenido reparos en darles un tirón de orejas a los jugadores cuando las cosas no las han hecho bien. ¿Sería capaz de hacer lo mismo usted y decirme algo que no haya hecho bien el míster?
- ¿Sabes qué no ha hecho bien? Elegir el modelo de gafas. Podía haber elegido algo mejor. (Muchas risas)
- ¿Se ha leído su libro?
- Si te soy sincero, no. Para decir la verdad, el único libro que leo durante la semana, en las concentraciones, es la Biblia.
- Hábleme de la experiencia más maravillosa que ha vivido en los últimos meses. ¿Qué tal se le da ser papá?
- Es mágico. Nosotros teníamos un sueño y ha llegado en un momento inmejorable. La noticia coincidió con el ascenso, pero no nació hasta hace poco. Si lo llego a planear, creo que no sale mejor de lo que ha salido todo. Tracé mi objetivo y al final lo he conseguido. Valorando todo eso, miro al sol y digo: “Qué bonito. Soy feliz. Tengo a mi familia conmigo, con salud. Somos muy felices y queremos darle continuidad a esa familia, a esa felicidad. Queremos más niños.
- ¿Cambia pañales o ve los toros desde la barrera?
- Estoy para todo, pero mi mujer abarca mucho en mi vida. En lo poquito que me deja, le ayudo. Se me cae mucho la baba. La miro y me emociono. Me cuesta creer que la naturaleza sea tan divina. Es muy bonito. Sólo cuando lo experimentas, te das cuenta de lo especial que es. Mis niñas: mi mujer y mi pequeña, son lo más especial para mí.
- ¿Qué le gustaría que heredase su hija de usted?
- Me gustaría que fuese una persona de fe, primero. Y me gustaría que luchara por sus sueños desde el principio. Que fuese atrevida pero con la cabeza y los pies en el suelo. Que sea guapa como la madre. Y tan insistente como el padre.
- ¿Qué le contará a su hija cuando crezca de su etapa en el Betis?
- Le diré: “Mira, guapa, déjate de tonterías, que tú naciste en el Barrio de Triana”. Le contaré lo feliz que fuimos aquí su madre y yo. Le diré que llegó en una época muy bonita para sus papás. Creo que va a ser una niña feliz, alegre, porque ha venido todo tan positivo. Mi hija tiene estrella porque cuando nació empezamos a ganar. Fue la semana que le ganamos al Valencia. Yo lo sabía. Lo intuía. Nació y ella dijo: “Mala suerte para el Valencia, les ha tocado perder”. La niña tiene estrella, no porque sea yo el papá y se me caiga la baba...