Hoy estoy guarnío. Y lo que más me gusta de estar guarnío es poder decir que estoy guarnío... Es una expresión que me encanta... como tantas otras que son tan nuestras.
Como cuando uno se harta de comer y acaba engollipao (o engoñipao) o cuando riegas las macetas más de la cuenta y las dejas enguachinnás... Yo nunca pido churros, sino calentitos... de niño nunca iba a las atracciones, sino a los cacharritos... y cuando me tangaba el colegio lo que hacía era rabona... (qué peyas ni peyas). A lo largo de mi vida he conocido a más apollardaos que tontos y a más esnortaos que despistados... pero nunca a ningún antipático, sólo a malajes o saboríos... Aquí lo mucho es una jartá o una pechá, y lo poco es una mijita... y la gente no pasea, "da vuertas"... Lo que está muy sucio está empercochao y lo que limpias a fondo lo dejas escamondao... Si se te va la olla te quedas majarón, y si das mucho la lata te llaman pejiguera... Los borrachos, que son papaos, no deambulan, sino que dan camballás... y la gente no odia la mentira, sino el falserío... Lo roto está descuajaringao y lo pasado de fecha revenío... los cobardes son jiñaos y lo muy visto está mu manío... Por expresiones como éstas, y las miles que se quedan en el tintero, cada vez me gusta más el andalú...
y quien diga que hablamos mal que aprenda a entendernos y verá como le coge el gusto... buenas tardes... (y que conste que lo que acabo de soltar no es ninguna tontería, sino una chuminá..).
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