TIEMPO DEVÍSPERAS
Día 25/03/2011 FRANCISCO ROBLES
Para F.L.P.
¿Quién aromó de nardo tu belleza / con la sangre más pura de Triana?». La pregunta que se hizo Juan Sierra se quedó para siempre en el aire donde se mezclan el azahar y las mareas que llegaban al viejo puerto camaronero. La pregunta es una punzada que nos zarandea con el alacrán del escalofrío. ¿Quién pudo modelar ese rostro donde la muerte no tiene sitio? La respuesta está en esas líneas suavemente curvas que lo dicen todos con el silencio del nácar: he aquí la huella dactilar del Alfarero, la demostración palpable de que Dios dejó su obra en el mundo, el hecho definitivo que confirma la existencia del Padre no a través de la complejidad escolástica, sino del tacto.
Hace cuarenta y cinco años apareció el primer número de su revista. Ahora ha salido el segundo. En aquella época uno estaba aprendiendo a leer: siempre hay un abuelo con el ABC encima de la mesa de camilla para transmitirle a un niño el tesoro más preciado que pueda poseer un hombre. Han pasado los años y ahora ese hombre, que ya sabe leer, está aprendiendo a escribir. Y a mirar más allá de los astros que Dios enciende cada tarde. Siempre empieza por Venus. ¿Siempre? Hay un Domingo al año en que se salta el orden y enciende la Estrella que cruza el puente para versionar el verso de Montesinos: si trianera, si sevillana…
Una Estrella que siempre vence a las sombras del mundo y del espíritu. No hay tiniebla que se resista a su luz porque Ella no es astro ni es cirio, no es fuego ni es candela: Ella es la Luz. Pureza sin mancha. Cósmica y Vecina a un tiempo. De madera y de cerámica. Hija de la gubia y del torno. Modelada con el barro que el Alfarero escogió en la orilla del río que nos lleva después de apartar las azucenas que allí crecían. Al verla, los ángeles no tienen más remedio que echarse a llorar como el niño que llevamos dentro. Estrella de la mañana. Estrella…
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