Rafael PERALTA REVUELTA
Villancico trianero 25 Diciembre 09
Desde el antiguo Puerto Camaronero hasta el Zurraque, Triana siente la Navidad de una forma distinta, de una manera especial. Al igual que se mecen sus pasos, sueñan el arte sus toreros y se celebran sus fiestas, el viejo arrabal vive también las fechas navideñas con ese estilo característico que hace que Triana tenga ese sello único y singular. Por cada calle y esquina nos llega un mensaje de Amor y de Paz. Y Triana se hará más hermandad aún en la tierra, reviviendo la amistad y recordando con cariño a todos aquellos hermanos que no están con nosotros, pero que nos ven desde los palcos de la gloria. Por San Jacinto, por Pelay Correa, por el Altozano y sus callejuelas, se le cantará y adorará al Niño que nace. Pero Triana no busca hacerlo con oro, mirra o piedras preciosas. Son los hierros forjados en sus fraguas, las tinajas de los tejares alfareros, y un ancla y las redes marineras –que recuerdan a aquéllas otras que usaran los apóstoles–, símbolos de una orilla única y fruto de un trabajo humano los que, bajo un manto de verde Esperanza, se ofrecen en la capilla de la calle Pureza a su bendito Padre. Por algunos corrales, auténticos modelos de convivencia trianera, aún resuenan los ecos de otras eternas madrugadas donde se celebraba el nacimiento del Niño y las Pascuas con los sones flamencos de la guitarra, la zambomba y la pandereta. Y, entonces, el Guadalquivir se convierte en pescador de luceros, soñador de estrellas que iluminan el terciopelo azulado de la noche y, al ritmo y compás de un villancico, parece retroceder en el tiempo buscando nuevamente a Dios… Triana se hace Belén,/y un ángel baja del cielo/anunciando paz y bien./Navidades trianeras,/donde entre un buey y una mula/el Niño Dios nace y sueña./Los pastorcillos y pajes/cantan «Los campanilleros»,/con sones de panderetas/y de metales fragüeros./Y Jesús nació en Triana,/junto a la calle Pureza,/junto a su abuela Santa Ana.
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