viernes, 21 de mayo de 2010

Un oasis para quitarse el sombrero - El Correo de Andalucía

 

Triana en el Vado del Quema

Un oasis para quitarse el sombreroManuel J. Fernández, Vado del Quema Actualizado 21/05/2010 01:01

El Simpecado de Triana arropado por cientos de peregrinos discurre por un vado más caudaloso de lo habitual. - José Manuel Cabello

Cientos de personas disfrutaron del paso de Triana por el río más rociero.

Barrancos convertidos en graderíos. Graderíos repletos de público con sombrillas, butacones playeros y hasta sillas de los chinos. ¿Qué miraban? Uno de los mayores espectáculos de El Rocío. El paso de las hermandades por el vado del Quema. El río rociero por antonomasia fue ayer el enclave escogido por cientos de personas, que se acercaron hasta este punto del término municipal de Aznalcázar para refrescarse entre salves, sevillanas y bautizos. Algunos se dieron más bien un baño.

Tres autobuses llegan desde el Hogar del Pensionista Las Maravillas de Aracena, en Huelva El viaje les lleva a un oasis, que nada tiene que envidiar a Benidorm. Vamos que de aquí a unos años se promociona como destino turístico y todo: "Hemos llegado esta mañana, y aquí estamos con las neveras y los fiambres. Tenemos hasta café", explica Ana María, que, a sus 66 años estaba a la sombra de un pino aguantando los más de 30 grados: "No nos vamos hasta que venga Triana".

No fue la única que aguardaba la marea de romeros trianeros. El joven Joaquín Colchero había sacado unas horas a sus días de estudios y exámenes para darse una vuelta por allí: "Dicen que viene con retraso. Lógico. Está haciendo mucho calor". De las altas temperaturas hablaban por sí solas las imágenes de esta escena costumbrista, digna del mejor pincel del Barroco español: caballos parados en cordón sobre el abrevadero y los pies en remojo de los más privilegiados, los de la primera fila que juguetean con el agua. Sara Martín, vecina de Marchena, era una de ellas: "Esto es espectacular. Único. Yo vengo todos los años. No me lo pierdo".

La espera de Triana se alivia con los rumores (luego confirmados) de que Julián Muñoz viene en una carreta. La presencia de cámaras de prensa rosa alerta de ello, pero el carro del ex alcalde de Marbella no pasa por el Quema al ser de motor. De fondo llega a escucharse el himno de El Arrebato, que proviene de una reunión ubicada en la otra orilla. Los rocieros nervionenses celebran la Copa del Rey, que, a esa hora, las 20.00, se pasea por la ciudad. Para ellos la fiesta es doble.

Envuelta en una nube de polvo llega el Simpecado trianero. Son las 21.00 horas, pero nadie se mueve pese al retraso. La lámina de agua recibe a los caballistas, que bordean las riberas. Tras ellos, llega el turno de los enganches. En la orilla están de bautizos. Rocío recibe el suyo con el nombre de Jara Marismeña. Fotos, lágrimas y un deseo: "Poder repetir el año que viene". Aquí nace una nueva rociera.

Otras, las más veteranas, saben lo que se les viene encima y echan mano de sus trucos: se arremangan los trajes, se cambian de calzado (botos por chanclas) y se meten en las aguas, algo crecidas tras las lluvias torrenciales del invierno. No faltan las bromas: "Vamos a tener que pasarlo a nado. Niñas, ¿traemos manguitos?". Con los romeros calados hasta las rodillas llega el momento más esperado del día: Pataleto y Llamador (los dos bueyes de la carrera) besan el río y tras ellos va la carreta de plata. Pedro Machuca, teniente de hermano mayor, jalea a los romeros para que dejen espacio al Simpecado que es recibido con sombreros y bastones en alto: "Ya está aquí Triana, Triana, Triana..." corean al tiempo que reciben los aplausos del público apostado desde hace horas en los barrancos.
Pegada a la rueda de la carreta va María Jesús. Es su quinto camino y aún se emociona como la primera vez cuando llega a este punto: "Aquí me bautizaron como Gitanilla de Palacio". Son muchas las vivencias de un camino que empieza en la calle Evangelista y acaba en El Rocío. Cae la noche y las aguas vuelven a calmarse. Ya no hay romeros ni caballos que la remuevan, sólo la brisa de una marisma que avisa de que la Blanca Paloma está cerca.

Un oasis para quitarse el sombrero - El Correo de Andalucía

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