Un hogar lleno de Esperanza
Mario Daza, Sevilla Actualizado 29/04/2010 23:10
El arzobispo de Sevilla rocía con el agua bendita la nueva capilla de los Marineros. - Jose Ponce
El arzobispo de Sevilla bendijo las obras de la capilla de los Marineros
La remozada capilla de los Marineros es desde ayer la nueva casa de la Esperanza. Tras seis años de trabajo y casi 19 meses de ausencia, el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, bendijo las obras de remodelación en el templo durante la celebración de una eucaristía de acción de gracias en la que los trianeros llenaron la calle Pureza.
Y es que todo en Triana recordaba ayer a esa noche mágica en la que bajo palio la Virgen inunda de Esperanza cada rincón del barrio. La fachada de la capilla se mostraba engalanada con colgaduras de damasco rojo y los hermanos llenaban el templo a pesar de las altas temperaturas de la tarde de ayer. "Ya podían haber estrenado el aire acondicionado", conversaban varios jóvenes de la hermandad. Poco importaba, todo eran recuerdos de sus meses de ausencia y por ello era la tarde de la Esperanza. Bien lo sabía la hermandad, que quiso cuidar al máximo los detalles de esta jornada de fiesta, y hasta los claveles que exornaban la capilla se tornaron en un color verde esperanza que recordaba el espíritu de la corporación trianera.
Minutos antes de la hora prevista, el arzobispo llegaba a la capilla, en la que fue recibido por el hermano mayor, Adolfo Vela, junto al resto de los oficiales de junta. Ensimismado se quedó monseñor Asenjo ante la magnitud de la nueva casa de la Esperanza. Con la vara dorada que le cedió el hermano mayor, el arzobispo recorrió la nave central de la capilla antes de detenerse frente a la imagen del Cristo de las Tres Caídas. Delante del Nazareno compartió algunas palabras de complicidad con Adolfo Vela, quién sabe si explicándole la importancia que tendría para Sevilla que la imagen participara en el viacrucis de la Castellana del próximo mes de agosto.
La eucaristía, colmada de todo el boato y solemnidad propia de este tipo de actos, estuvo llena de mensajes de unidad y gratitud por parte del arzobispo, quien, al comienzo de la misma, procedió a bendecir las obras de la capilla rociando con ramas de romero el agua bendita. Olor a romero que se mezclaba con los cohetes que acompañaban al traslado del Simpecado de la hermandad del Rocío a la parroquia de Santa Ana. Definitivamente, Triana era una fiesta.
En su homilía, monseñor Asenjo quiso apelar al compromiso cristiano, señalando que "la iglesia vive tiempos de lucha y persecución a cuenta de las maniobras mediáticas". Claro mensaje del arzobispo al que sus primeros pasos en el mundo cofrade le jugaron una mala pasada. "Pido por esta nueva capilla y lo hago por medio de nuestra madre de la Esperanza... Macarena". Un murmullo recorrió las naves del templo ante el que monseñor Asenjo rectificó rápidamente. "¿Me pongo de rodillas? Soy un ser humano como los demás y rectifico, aunque esta noche me flagelo", bromeó. Unas palabras que sirvieron para descargar la tensión que se había apoderado de la calle Pureza y que los hermanos de la corporación rompieron con una fuerte ovación dedicada al arzobispo. El lapsus fue lo de menos, pues el de ayer era el día de la Esperanza. La Virgen recuperaba su hogar y la calle Pureza a la madre que la había dejado huérfana durante los últimos 19 meses.
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