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¿Viviendas en la Cartuja?
Sí, las hay: chabolasVarios chabolistas descansan sentados junto a las tiendas. | J. Morón
- Vecinos de Chapina y Plaza de Armas denuncian falta de higiene y malos olores Los inmigrantes rumanos protagonizan peleas por el control de los aparcamientos
Pepe Barahona | Sevilla
Actualizado martes 28/09/2010 08:49 horas
El Ayuntamiento proyectó en su día viviendas en la Cartuja, y ya las hay: chabolas. Los sevillanos celebrarán el próximo 12 de octubre los 18 años de la clausura de la Expo 92, y la Sevilla Universal, que engalanó el entorno de la Cartuja para exhibirse en todo el mundo, esconde, casi dos décadas después, un asentamiento de infraviviendas en la misma puerta que maravilló a miles de visitantes.
Un grupo de inmigrantes rumanos ha establecido su 'hogar' entre el río Guadalquivir y las obras de la polémica Torre Cajasol, diseñada por el arquitecto argentino César Pelli. Los pinos del entorno les dan cobijo y el río les proporciona el agua para su higiene diaria. El resto de 'zonas comunes' están repartidas entre el baño -un espacio a la espalda de la Escuela de Remo que se ha convertido en un estercolero y que desprende un nauseabundo hedor- y la zona de estar -las inmediaciones de Plaza de Armas y Triana, que sufren los desagradables efectos de esta peculiar zona residencial.
Los comerciantes y vecinos de los alrededores de Chapina y la antigua estación de Córdoba ya no aguantan más. Los habitantes de este asentamiento prodigan por sus calles dejando un desagradable rastro. Suciedad y malos olores, en el mejor de los casos. Pertrechadas con su carrito de supermercado, las mujeres del colectivo rebuscan entre los cubos de basura algo que llevarse a casa.
Comportamientos incívicos
"Abren los cubos de la basura, rompen las bolsas, tiran a la calle su contenido y buscan y rebuscan hasta encontrar algo; y después dejan las bolsas desparramadas y los cubos abiertos, con la peste que desprende", asegura la presidenta de la Asociación de Vecinos Estación de Córdoba, Dolores Dávila.
El hedor que permanece tras su paso es un mal menor. Los comerciantes han denunciado que también roban en sus tiendas. "Entran varios de golpe y sorprenden al dependiente, que no da abasto", asegura Dávila.
Los vecinos han denunciado los hechos de manera reiterada ante la Policía. Los agentes, tras visitar la zona próxima a las viviendas, se marchan sin poder realizar ninguna actuación y, la mayor parte de las veces, quedan impunes. La trasera del centro comercial Plaza de Armas y del hotel NH es un hervidero de rumanos. Se convierte en un ir y venir constante. "Beben, se colocan con pegamento y protagonizan continuamente peleas", afirma la presidenta vecinal, que dice estar ya acostumbrada a ello.
El origen de las trifulcas es la lucha para hacerse con el control de los aparcacoches. Numerosos inmigrantes marroquíes transitan también por la zona y los dos colectivos entran en alborotadas disputas para hacerse con el control.
"Los vecinos viven asustados", confirma Dávila. "Muchos llegan con el euro preparado para dárselo y no tener que sacar el monedero ante los gorrillas", insiste. "Hay que pagar la zona azul y a los rumanos", se lamenta.
En las inmediaciones de la Escuela de Remo se pueden ver a las rumanas lavando la ropa. También se les puede ver en pleno baño, en la misma dársena del Guadalquivir. Desde el puente Cristo de la Expiación -del Cachorro- se divisa la suciedad. Los montones de basura se acumulan en distintos puntos de la zona y el mal olor llega hasta el Paseo de la O.
Poca presencia policial
Los pescadores aficionados que, caña en mano, pasan las horas en la misma zona reconocen que son unos 'vecinos' incómodos. Guardan siempre sus pertenencias cerca y no le quitan ojo al coche. Reconocen que el olor es insoportable y lamentan el descuido al que está sometido ese tramo de la orilla del Guadalquivir.
Pasan mucho tiempo esperando que pique el pez. Entre rato y rato ven pasar a muchos rumanos. Los ven bañarse, hacer sus necesidades, pelearse con los que practican remo, lavar la ropa y un sinfin de tareas. Pero pocas veces ven pasar a la Policía, que rara vez se deja ver en la zona.
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