24 HORAS EN... TRIANA
'Chill-out' con duende
Un puente de hierro, tapeo del bueno y una iglesia del siglo XIII. Flamenco y cócteles en una noche que termina entre el moderneo. El barrio sevillano de Triana engancha
CRISTÓBAL RAMÍREZ - 11/09/2010
A Triana, el barrio sevillano de la otra ribera del Guadalquivir, se entra por el tópico y se sale con la cabeza hecha un lío. Puede ser flamenca, excéntrica y moderna. Desde su fundación por Trajano, el emperador romano nacido en la vecina Itálica, la leyenda se ha acrecentado. Aquí nació Rodrigo de Triana, el primero en avistar América, y se formaron las tripulaciones para el Nuevo Mundo. Algo tendrá si ha dado a gente como Paz Vega, los Morancos, Lole y Manuel o Antonio Canales. El orgullo marca hasta tal punto que por los mentideros de Internet corre un dicho: "Fíjate si soy trianero, que cuando voy a la calle Sierpes me siento forastero".
10.00 Inquisidores aguados
A esta especie de república independiente se llega por el puente de Isabel II (1), conocido popularmente como puente de Triana, un armazón de piedra y hierro de mediados del siglo XIX. Sigue la tipología del Carrousel de París, pero tiene más salero, entre otras cosas por esas sevillanas que decían: "Por el puente Triana y olé pasa la reina tiritiri tirití tirirí". Debajo resplandece el Guadalquivir como si tuviera cristalitos incrustados. En el centro de la plaza del Altozano se erige el monumento al flamenco, una señora con curvas, traje de faralaes y guitarra; a la izquierda, la estatua del torero trianero Juan Belmonte, desde la que si mira a través de la espalda por una oquedad, se observa (¡oh, sorpresa!) la Giralda. A la derecha está la apretada capilla del Carmen, muestra de la arquitectura regionalista de principios del siglo XX. Los balcones con flores guían el camino por la calle de Castilla, de donde parte el callejón de la Inquisición, un corredor blanco irreal llamado así porque formaba parte del desaparecido castillo de San Jorge, donde se asentaron en el siglo XV los jueces que aplicaban la justicia divina. Al final se ve agua. ¿El mar? Ojalá. Es el Guadalquivir, junto al encalado paseo de Nuestra Señora de la O.
12.30 Una promesa a El Cachorro
Mire las fachadas: muchas tienen azulejos. Normal en un barrio que siempre se ha caracterizado por sus cerámicas típicas. El futuro Museo de Cerámica de Sevilla está previsto que se inaugure el año que viene en el edificio de Cerámicas Santa Ana (2) (calle de San Jorge, 31), que ya es una obra de arte. Hoy quedan pocos talleres, pero se puede echar un vistazo y comprar algo en Cerámica Montalván (3) (calle de la Alfarería, 23; www.ceramicamontalvan.com) y Saitma (4) (calle del Callao, 9; 954 08 66 46). Momento de admirar una de las esculturas más importantes del barroco andaluz, el aclamado Cristo de la Expiración o El Cachorro, dentro de la capilla del Patrocinio (5) (calle de Castilla, 162). La multitud está en la calle de San Jacinto (6). Muchos vienen del mercado de Triana , junto al puente, donde están los gritos, la guasa y la comida.
14.00 Coquinas y té moruno
El tapeo del barrio es tan sagrado como las vírgenes en las capillas. El recorrido, por lugares auténticos previos a la fiebre por el diseño minimal, ha de ser el siguiente: coquinas, secreto ibérico y pescaíto frito en La Primera del Puente (7) (Betis, 66; 954 27 69 18), codornices en salsa en El Bistec (8) (Pelay Correa, 34; 954 27 47 59), mejillones rellenos y bacalao al horno en La Blanca Paloma (9) (Pagés del Corro, 86; 954 33 37 88), revueltos de tagarninas con jamón y rabo de toro en Sol y Sombra (Castilla, 151; www.tabernasolysombra.com; 954 33 39 35) y pavía de bacalao y huevas en Casa Oliva (10) (calle de San Jacinto, 73; 954 33 30 31). Todo con fino, manzanilla o cerveza bien tirada. Igual nos hemos pasado, pero para reposar ya están el té y los cojines mullidos de la tetería Bagdad (11) (calle de la Pureza, 22). Si hace falta chute de cafeína, el relajado Café de la Prensa (12) (Betis, 8; 954 33 34 20), con juegos de mesa y paredes forradas de periódicos antiguos.
16.30 Universidad de Mareantes
La historia de Triana se ve en la Casa de las Columnas (13) (calle de la Pureza, 79), un imponente edificio dieciochesco situado en el solar que ocupó la Universidad de Mareantes (nombre evocador, ¿verdad?), institución encargada de la formación de los marineros que partían hacia América en los siglos XVI y XVII. En la enigmática calle de la Pureza se encuentra la iglesia de Santa Ana (14) (calle de Vázquez de Leca, 1), una de las más antiguas de Sevilla, erigida en el siglo XIII en estilo gótico-mudéjar por Alfonso X El Sabio, que quiso agradecer así el fin de una enfermedad en los ojos. Atención a la capilla mayor y su retablo renacentista. A dos pasos está la capilla de los Marineros (15) (calle de la Pureza, 52) con un mito imaginero de la Semana Santa: la Esperanza de Triana. Si no le sale una lágrima es que todavía no ha absorbido la esencia del barrio, por el que se desvivía cantando Miguel Bosé: "El corazón que a Triana va, nunca volverá...".
19.00 Un patio de arte
Intente, por lo menos, ser un trianero indie (que los hay, no crean) en Don Cecilio (16) (Castilla, 47; 954 33 33 36), donde se pueden comprar, vender o intercambiar revistas, pósteres de películas y discos de vinilo, y en Sensei Cómics (17) (calle del Farmacéutico Morillo Herrera, 8; 954 27 24 10; www.senseicomics.com), una librería friki repleta de tebeos, series y revistas difíciles de conseguir, y donde los sábados por la tarde se organizan torneos de juegos. Los típicos y floreados patios de vecinos salpican Triana aquí y más allá. Se puede ver uno en la calle del Procurador, 19, que acoge la sala El Cachorro (18) (www.salaelcachorro.com; 954 33 97 47), un centro cultural donde se organizan obras de teatro, exposiciones, conciertos y ciclos de cine, y que incluye una barra para comer y beber a precios populares.
22.00 De la copla a la rumba
Directos a la calle del Betis (19). Por cierto, se llama así no por el equipo de fútbol, sino porque ése fue el nombre que los romanos dieron al Guadalquivir. Se cena de maravilla en el restaurante italiano San Marco (Betis, 68; 954 28 03 10 y 954 28 36 89), dentro de un palacio del siglo XVIII con interiores mozárabes. Recomendables todas las pastas, el carpaccio de salmón y la pechuga de pularda a la crema. El primer cóctel se tomará en la terraza chill out Puerto de Cuba (Betis, s/n; 667 79 69 72), frente a la Torre del Oro, y el segundo, en Vogart (Betis, 40), un sofisticado club con fotos cinéfilas propiedad de la actriz Paz Vega. A las doce en punto hay que estar en el tablao Casa La Anselma (20) (Pagés del Corro, 49; 954 27 41 63), que es cuando se canta la salve rociera con las luces apagadas. Es uno de los mejores sitios en Sevilla para escuchar flamenco. Y mientras, la Anselma se encarga de que consumas gritándote: "Niño, que tengo que pagar las facturas". Si a uno se le ensancha la vena folclórica, puede volver a la calle del Betis a Rejoneo (Betis, 31), donde las rumbitas, las coplas, la espontaneidad y el buen rollo harán que se sienta entre amigos. El último baile será en Demo (Betis, 40), entre modernos y a ritmo de rock independiente y electro. Ay, qué diría Marifé de Triana.
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