"A Sevilla le sobra vanidad y el uso inadecuado que hace de los recursos"
Su familia fundó y gestiona la Clínica de Fátima y él es uno de los sevillanos con más proyección en la ciencia médica, hasta el punto de que el Instituto Howard Hughes lo ha elegido como uno de los 28 jóvenes investigadores a nivel mundial con mejor potencial para ser líderes científicos, en su caso por sus hallazgos sobre el nicho de las células madre.
| Actualizado 15.04.2012 - 05:03
Simón Méndez Ferrer, en el laboratorio que dirige en el CNIC.
LA medicina es omnipresente en la vida de este sevillano de 36 años, casado y con dos hijos. "Mi abuelo paterno fue un cirujano de mucho prestigio. El año 1954 fundó, junto a mi abuela, la Clínica de Fátima. Años después mis padres (él también médico)continuaron la labor de mis abuelos modernizando y ampliando la clínica, dotándola de los avances tecnológicos y sanitarios acordes con las necesidades crecientes. Actualmente es el esfuerzo coordinado de mi padre y mis hermanos lo que permite que la Clínica de Fátima siga siendo un centro médico de referencia. Yo soy el cuarto de cinco hermanos varones. El mayor, el tercero y el quinto son médicos de distintas especialidades que trabajan en diferentes hospitales y también se ocupan de los diferentes servicios médicos de la clínica. El segundo es economista y director gerente de este Centro".
Pero no le va a la zaga en interés por la medicina la familia de su esposa. "Ella también es científica y trabaja como investigadora posdoctoral en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Mi familia política también es una familia de médicos. Mi suegro y sus cuatro hermanos son todos médicos como resultado de la impronta que les dejó su padre, que fue durante muchos años médico del pueblo de Benacazón".
Simón Méndez Ferrer estudió en el Colegio Almirar desde los cuatro años hasta que empezó en la Universidad Hispalense la licenciatura de Biología. "A mis profesores les estoy enormemente agradecido por la completa formación que consiguieron transmitirnos y por fomentar el ansia de conocimiento, indispensable en la carrera investigadora. Fueron años muy felices en los que forjé grandes amistades, muchos de nosotros permanecimos largos años en el colegio".
-¿Qué le marcó en su infancia y adolescencia?
-Siempre viví en Sevilla, aunque desde muy pequeño, y durante los veranos, viajaba fuera de España fundamentalmente para practicar el inglés. Desde pequeño tuve más vocación por la investigación biológica que por la práctica médica. Pasaba las horas del recreo buscando insectos o minerales, o jugando a ser naturalista en el laboratorio del colegio. Compaginaba mi pasión por la naturaleza con la afición por la música. Estudié piano en el Conservatorio de Música de Sevilla Cristóbal de Morales, donde conocí a mi mujer. Tuve serias dudas entre solicitar el ingreso en la facultad de Medicina o la de Biología. De hecho, el primer año de la carrera me matriculé en asignaturas de segundo curso de biología equivalentes a las que se daban en primero de medicina. De ese modo, si decidía cambiarme a Medicina no perdería ningún curso. En la Facultad de Biología tuve muy buenos profesores que consolidaron mi vocación, y al final terminé la carrera un año antes.
Ya destacó con su trabajo de tesis doctoral, llevada a cabo en el Departamento de Fisiología Médica bajo la dirección de José López-Barneo y Juan José Toledo-Aral. Caracterizó propiedades del cuerpo carotideo de interés potencial para planear estrategias terapeúticas en procesos neurodegenerativos basadas en la liberación biológica de catecolaminas y factores neurotróficos. Dio el salto al célebre Hospital Monte Sinaí de Nueva York, donde hizo su trabajo posdoctoral de 2006 a 2009 en el laboratorio de Paul S. Frenette, y demostró que el tráfico de células troncales hemopoyéticas entre la médula ósea y la sangre está regulado por ritmos circadianos, y determinó los mecanismos subyacentes.
La calidad de sus investigaciones le permitió obtener el rango de profesor asistente en la escuela de medicina del Hospital Monte Sinaí. Identificó células troncales mesenquimales autorrenovables utilizando la expresión de la nestina y determinó su papel clave en el nicho hemopoyético. A finales de 2010, Simón Méndez Ferrer fue fichado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, con sede en Madrid, y su línea de trabajo está financiada a través del Programa Ramón y Cajal.
-Explique su actual labor en el CNIC en Madrid y los trabajos que desarrolla. ¿Cuántas personas trabajan con usted?
-Dirijo el grupo de Fisiopatología del nicho de células madre. Cuenta con otros cuatro investigadores posdoctorales -Abel Sánchez-Aguilera Peño, Joan Isern Marín (ambos financiandos por el Programa Ramón y Cajal), Lorena Arranz Salas y Raquel del Toro Estévez- y dos técnicos de laboratorio, Ana Martín de Ana y Daniel Martín Pérez. Nuestro grupo es joven y aún estamos en proceso de incorporar estudiantes predoctorales. Estudiamos el microambiente que determina el comportamiento de las células madre. Alteraciones en el microambiente se traducen en enfermedades; asimismo, gran parte del enorme potencial que las células madre tienen en medicina regenerativa depende de manera esencial del microambiente que las controla. Conocerlo y ser capaces de manipularlo será crítico en el futuro.
Este año, ha tenido su primer momento de notoriedad mediática al ser premiado por el Instituto Médico Howard Hughes, que gestiona los fondos del célebre multimillonario norteamericano que llegó a ser director de cine. Cada año eligen a los investigadores que consideran con mejores condiciones para ser líderes científicos en sus respectivos países. De 760 aspirantes, Simón Méndez Ferrer fue uno de los 28 galardonados con 650.000 dólares (unos 500.000 euros) para desarrollar durante cinco años las líneas de investigación que centran su trabajo. Además, los ganadores pasan a formar parte de la comunidad científica de dicha institución, que incluye a más de 370 investigadores entre los que destacan 13 premios Nobel y 147 miembros de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
-¿Cómo va a gestionar los 625.000 euros que le concede el Instituto Howard Hughes?
-Eché los papeles para la competición del Instituto Howard Hughes pensando que no tenía opciones reales. Ha sido una gran sorpresa y una oportunidad única para nuestro grupo. El presupuesto está repartido a lo largo de cinco años y será destinado tanto a la contratación de personal como a los gastos derivados de nuestras investigaciones (utilización de equipamientos compunes, adquisición de materiales inventariables y fungibles, etc...). El Instituto Médico Howard Hughes da una gran flexibilidad a los investigadores para decidir las áreas de investigación a las que destinarán los fondos. La Oficina de Proyectos de la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III nos ofrece una ayuda inestimable a los investigadores del Centro en lo que concierne a la administración de los proyectos de investigación.
-¿Son investigaciones en red junto a científicos de otros centros españoles o extranjeros?
-También realizamos colaboraciones en el extranjero con las universidades de Harvard (EEUU), Basilea (Suiza), Leiden (Holanda), el Hospital Monte Sinaí de Nueva York y en España con los Hospitales Clinic y Vall d'Hebrón (Barcelona) y con el Instituto de Biomedicina de Sevilla. Además, trabajamos en red con investigadores de los institutos de investigación de los hospitales de La Paz y de la Princesa, y de la Universidad Autónoma de Madrid, en un consorcio financiado por la Comunidad de Madrid.
-¿A qué enfermedades arroja más luz su investigación sobre células madre, médula ósea y sangre?
-A medio plazo, a los pacientes que requieren un trasplante de médula ósea o cordón umbilical (enfermos con cáncer tratados con quimio/radioterapia y algunos pacientes con enfermedades metabólicas o inmunitarias) y donde el número de células madre resulta insuficiente. A más largo plazo, a distintas enfermedades donde las anomalías en el microambiente que controla a las células madre tienen especial relevancia.
-¿Teme que los recortes gubernamentales le afecten hasta el punto de plantearse regresar a Estados Unidos?
-Habrá muchos que ya se lo estén planteando; nuestro grupo está bien posicionado en España en los difíciles tiempos actuales, pero el futuro es impredecible.
-¿Qué le parece que la Ciencia haya quedado englobada en el Gobierno central dentro del llamado ahora Ministerio de Economía y Competitividad?
-Creo que aún es pronto para saber exactamente qué efectos tendrá esta nueva ubicación.
-A su juicio, ¿qué prima en la sociedad sevillana, el dinamismo o el conformismo? ¿Qué debe cambiar para que abandone el furgón de cola del abultado desempleo y la menor renta per capita?
-Creo que el conformismo supone un gran lastre para el desarrollo en Andalucía, desgraciadamente. Estamos en una época en la que es necesario tener en cuenta al resto del mundo (aunque solo sea porque la competencia profesional abarca a todo el mundo) y a veces muchos sevillanos parecen vivir como si no existiera nada fuera de Sevilla.
-Si el alcalde de Sevilla le pide consejo para convertir la ciudad en un territorio de prosperidad, ¿qué le propondría emprender? ¿Qué sobra y qué falta en la Sevilla actual?
-Creo que sobra vanidad y uso inadecuado de recursos (en sentido amplio) y falta responsabilidad y compromiso.
-¿Qué envidia de otras ciudades que conoce en el mundo donde la investigación científica tiene más consideración social?
-Que en esos países está inculcado el sentimiento de responsabilidad y superación profesional y el reconocimiento de lo que es verdaderamente importante. Creo que en ello está la raíz de la consideración que tiene en esos países la investigación científica, junto a otras disciplinas.
-¿Cómo es ahora su vida cotidiana fuera de los laboratorios? ¿O acaso en su hogar sigue trabajando con el ordenador?
-Paso la mayor parte del tiempo que no estoy trabajando con mi mujer y mis hijos, que son muy pequeños. No tengo más remedio que sacar horas para trabajar con el ordenador en casa, muchas veces por la mañana muy temprano porque estoy más fresco que por la noche.
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