Las 108 filiales cumplieron con el rito de presentarse ante la Matriz en el Santuario de la Blanca Paloma
javier azcárate / el rocío
juan josé jiménez lópez
La carreta del Simpecado de Triana llega a las puertas del santuario
La Hermandad de Villamanrique de la Condesa fue la primera un año más, como manda la tradición, en iniciar la presentación de las filiales ante la Matriz de Almonte, en el acto que constituye el comienzo oficial de la romería de Pentecostés. Eran las doce en punto del mediodía cuando un sol radiante saludaba a los romeros venidos de todos los puntos de Andalucía y más allá. Es en estos momentos cuando se comprende el sentir universal de un fenómeno religioso como el que acontece cada año en la aldea almonteña. Durante doce horas, una hermandad tras otra, hasta completar las 108, todas fueron rindiendo pleitesía en un ritual cargado de salves y vivas.
Escasos minutos antes del mediodía hacía su aparición en la puerta del santuario el grupo de tamborileros de la hermandad anfitriona tras la celebración de la Santa Misa. Seguidamente, se situaban a las puertas del santuario los miembros de la junta de gobierno de la Hermandad Matriz, el párroco de Almonte, y las autoridades civiles y militares, con la excepción a primeras horas del nuevo alcalde de Almonte que en ese mismo momento juraba su cargo en el Consistorio almonteño.
Los sones del tamboril y la flauta anunciaban el inicio de la presentación que abrió un exultante presidente de la Matriz en sus últimas palabras de bienvenida a las filiales, asociaciones y romeros y peregrinos, como máximo dirigente de la hermandad anfitriona.
Villamanrique fue la primera de las filiales en llevar a su Simpecado hasta la puerta del santuario. Un nutrido grupo de peregrinos acompañaba la preciosa carreta de plata de la hermandad más antigua. Tras ella, con la explanada ya repleta de almas entregadas al fervor rociero, hizo su presentación Pilas. Para entonces los sones del tamboril se mezclaban ya con las carretas de los Simpecados en lo que era una auténtica explosión de alegría. Atrás habían quedado duros caminos de pesadas arenas.
Tras ella, el turno de la de Palma del Condado, la filial más antigua de la provincia onubense, que este año se presentaba junto a Bollullos Par del Condado que celebraba sus 75 años. La madrina es la primera en arrodillar sus bueyes ante las plantas de la Virgen. Los boyeros recogen el testigo de sus antepasados en un oficio que aquí nunca dejará de existir. La majestuosa carreta que en su día regalara a su pueblo la hermana del Vizconde de La Palma del Condado contiene en su repujada alpaca las representaciones de todos los misterios del Santo Rosario.
A los romeros del Condado de Huelva le siguieron los de Moguer que también se presentaron ante la Patrona de Almonte con sus bueyes de rodillas. Mientras, se preparaba el centenar largo de filiales que aún debían desfilar ante la Reina de las Marismas. Sanlúcar de Barrameda fue la primera en rezar cantando por sevillanas ante la Señora. Le acompañaba, como en años anteriores, Chipiona.
El momento más esperado llegaba. «Ya está aquí Triana, ya está aquí Triana, ya está aquí Triana», clamor en el gentío que acompañaba al Simpecado Milagroso. «Aquí estamos otra vez para decirte que te queremos otra vez». Triana derrochó pasión cuando se inclinó ante la Blanca Paloma y hasta en la forma de elevar sus sombreros al cielo se distinguen los trianeros. Es el particular saludo de entusiasmo y fe de la hermandad con más solera. El sol brillaba y la centenaria corporación sevillana hacía gala de su exclusivo poderío. Único también es el paso de sus carretas que se vuelven para saludar a la Señora.
Después, la elegancia del cajón de Umbrete, la clase y el gentío de Coria y de nuevo el compás de «Huelva Huelva, Huelva», que anunciaba la llegada de la filial onubense. Las enormes carretas de Huelva con sus largos tiros de mulos ponían la nota de color cuando ya pasaban las dos de la tarde.
San Juan del Puerto sería la siguiente. Fundada en 1913 fue la primera filial del siglo XX.Momentos especiales se vivieron también por la tarde con la llegada de las demás hermandades de Sevilla, especialmente con la del Cerro, que celebraba sus bodas de plata.
Por la noche, el silencio se abría paso entre el fervor de los últimos en presentarse, los ibicencos de San Antonio de Portmani. Tocaba recogimiento para comenzar el rezo del tradicional Rosario que Almonte ofrece como acción de gracias de la jornada central de su Romería de Pentecostés. Todo el domingo será ya tensa espera para el salto a la reja. La Misa Pontifical, el rosario de las hermandades y la procesión de la Señora por las calles de la aldea, suponen el culmen de toda espera. Los rocieros viven con intensidad las horas más importantes de su peregrinar a la aldea cuando la Virgen visita a todas y cada una de las hermandades. Será una vez más esta noche, cuando los almonteños quieran, como no podía ser de otra forma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario