Triana rechaza la ley que dice que lo de Sevilla no es importante hasta que lo valoran en Madrid
ANTONIO BURGOS
Día 14/06/2010 - 07.23h
Como todo se pega, en Madrid quieren ahora jugar a los pasitos. Desde que Mario Conde puso una academia para aprender a bailar sevillanas, como si fuera el maestro Realito en su esquina de la calle Trajano con la Alameda, a los de Madrid les encanta copiarnos todas las cosas de Sevilla, y llevárselas a la Corte a ser posible. Verbigracia: los mesones serranos de bellota. Usted ha visto la cantidad de jabuguitos, serranitos y sierras mayores que hay en Sevilla, ¿no? Pues en Madrid hay más serranías del montadito que en toda Huelva. En Madrid hay un Jabugo de guardia en cada barrio.
También nos han copiado el arte hispalense de las esquelas mortuorias. Se ha muerto el dueño de La Finca, una urbanización de casoplones bastante importante, mucho más que Simón Verde, La Motilla, Villares Altos y Colina Blanca juntos, donde viven los galácticos de la pelota y del pelotazo. Bueno, pues como la familia de este señor riquérrimo estaba bastante complicadita, entre segundas esposas e hijos de la primera mujer, los herederos se han declarado la guerra en una batalla de esquelas mortuorias. A esquelazo limpio. Los hijos que no venían en una esquela, aparecían en la siguiente. Y la primera mujer que no estaba inicialmente, era la desconsolada viuda de la posterior papeleta. No hay cronista del corazón que no haya comentado esta guerra de esquelas. Que para los sevillanos es algo viejísimo, que los madrileños descubren ahora. Aquí sabemos que la esquela es un género literario. Dentro de cada esquela hay una novela. Pero hay que saberlas leer. Con la muerte del ricachón García Cereceda y el lío del montepío de su herencia, los madrileños han aprendido a leer la novela que hay dentro de cada esquela. Y están encantados. Dentro de nada, cuando la palmen se pondrán algunos como los béticos: «Madridista hasta la muerte».
No queda ahí la cosa. Como se han enterado que en Sevilla les encanta a muchos jugar a los pasitos, y no veas la que lían con los pasitos en las procesiones extraordinarias (una ordinariez), no quieren ser menos. Han oído campanas, pero han confundido la visita del Papa con el centenario de la fundación de una hermandad, y, ¡hala!, a jugar a los pasitos. Y como no tienen pasitos, los tienen que importar «de provincias», como dicen ellos. ¿Qué pinta un paso de la Semana Santa de Sevilla dando barzones por Madrid en pleno verano, por mucho Papa que venga? Por eso quiero felicitar en tiempo y forma a los hermanos trianeros de la Esperanza, que no han sucumbido al canto de sirena de Madrissss y han dicho que el que quiera ver al Cristo de las Tres Caídas en su paso, que venga el Viernes por la mañana al Altozano.
—¡Con lo que darían muchos hermanos mayores por poder llevar su Cristo a Madrid!
No ni ná... Anda que no le gustaría nada pasear por Madrid su paso de Cristo a un hermano mayor de la subespecie pavo real en el que estoy pensando. Los hermanos trianeros de la Esperanza han rechazado la ley no escrita que dice que lo de Sevilla no es verdaderamente importante hasta que lo valoran en Madrid. Y han seguido los pasos de la Pura y Limpia. Si Benedicto XVI quiere rezarle al Cristo de las Tres Caídas, pues que haga como Juan Pablo II, joé. Juan Pablo II vino aquí y se arrodilló ante la Pura y Limpia. Como Triana pasa por el Arco del Postigo, en la Esperanza han aprendido de nosotros los de la Pura y Limpia.
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