Recuerdo vivo de la antigua Triana
Sin apenas comercios, Alfarería, en el barrio de Triana, mantiene el encanto de lo popular y lo tradicional
Ignacio Gutiérrez | Actualizado 25.04.2010 - 05:03
No es difícil imaginar esta zona de Triana como un bullicioso mercado de talleres de alfarería y artesanía. Platos, jarras, botijos, tejas. Productos cotidianos y necesarios que hoy forman parte de la tradición sevillana pero sólo se utilizan para decorar. Desde el siglo XV ya se conocían los cuatro tramos de la calle como Alfarería, por la existencia en ella de vendedores de esta mercancía y de industrias de este tipo. Aún existen hornos y talleres que se mantienen desde hace años, pero su carácter comercial ha desaparecido. Los negocios se desplazaron a la calle Castilla. Su cine de verano cerró hace años y hoy es una calle marginal que conserva su carácter popular y tradicional a pesar de que, tras la remodelación de la mayoría de sus casas y el encarecimiento de la vivienda, parte de su población tuvo que abandonar el barrio.
En el número 49 había un antiguo corral de vecinos. Según explica una vecina de la casa que está en frente, antes una fábrica de lejía, empezaron a rehabilitar el edificio y, por motivos que desconoce, las obras se pararon y sus vecinos, algunos ya muy mayores, nunca pudieron volver. "En esa ventanilla estaba la Tasquita del Compadre, que la llevaba un señor que ya ha muerto, fíjate".
Hoy es una calle en la que casi todos se conocen y que respeta a sus vecinos. En el número 77, una placa recuerda a Gracia Villegas Gómez, "Nacida en esta cerca hermosa en 1928, por su incansable entrega y dedicación a su patio". Otra, en el número 8, a Manolo Bejarano, "un capataz que hizo historia en el arte de marcar los pasos". También Marifé de Triana, "gloria del arte andaluz y artista genial" es recordada por los vecinos.
Actualmente es una vía estrecha y larga, adoquinada y con acerado de losetas de cemento. En estos momentos está en pleno proceso de rehabilitación, levantando sus calles y arreglando las tuberías, algo que ha dividido a los vecinos y que afecta especialmente a los pocos comercios de la zona. "Los cambios de sentido, las obras y la falta de aparcamientos están acabando con la alfarería", lamenta Sebastián Ruiz, al frente de la tienda de cerámicas que abrió su bisabuelo en 1789, y que lleva su mismo nombre. "Nos quieren meter en el saco del sector turístico y nosotros trabajamos en algo que se lleva haciendo más de 500 años".
Para Antonio Campo, otro alfarero, "el negocio está completamente parado". Pero sabe que este oficio no sirve para enriqueciese. "Hay algo mágico en ver cómo un trozo de tierra empieza a convertiste en un objeto singular de gran belleza". En un pequeño local de apenas unos metros trabaja Francisco Rodríguez Rico el vidrio y la artesanía. "Esto da lo justo para vivir", explica, aunque después se arrepiente. "Con esto no me llega, la artesanía es un recurso natural del pueblo, se empieza en esto por casualidad y luego le terminas cogiendo cariño". Francisco fabrica lámparas. Una de ellas cuesta 1.000 euros. "Ahí lleva más de cuatro años". Su sueño es tener aprendices para que sus herramientas no se conviertan en chatarra.
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