El puente de Isabel II, o el de Triana, que es como mejor se conoce en Sevilla, tiene una historia que poca gente conoce y que ha puesto en pie con todos sus detalles el libro titulado «Itinerario Arqueológico de la Ciudad de Sevilla». Esta pasarela se construyó entre 1845 y 1852 por los ingenieros franceses Ferdinand Bernardet y Gustave Steinacher, que en aquellos años vivían en el Puerto de Santa María. El diseño copiaba sin complejos el puente Carrousel de París, que había sido realizado en 1834 y que actualmente ya no existe. El Ayuntamiento de la época impuso como condición para su construcción que las piezas de fundición fueran construidas en España para proteger el desarrollo de las nuevas industrias. Por esta razón, las piezas fueron realizadas en la fundición San Antonio, un dato que conecta directamente la historia del puente de Triana con la de la Feria de Sevilla. ¿Por qué? El dueño de esta fundición era Narciso Bonaplata, catalán creador de la fiesta sevillana junto con el vasco José María de Ybarra. Su influencia en la Corte era muy importante entonces. De hecho, la Feria se creó gracias al permiso de Isabel II, que acabaría dando nombre al nuevo puente.
Sin embargo, tal vez el aspecto más desconocido de esta historia es quelas piedras y los hierros proceden de El Pedroso. El material tuvo muchos problemas para resistir al principio por los problemas de cristalización que presenta el hierro colado con el tiempo. De hecho, hubo un proyecto de demolición en 1970 que frenó por la presión popular. La solución fue construir otro tablero independiente sobre las pilas antiguas. Y los materiales también vinieron de El Pedroso. Como consecuencia, los arcos de hierro no soportan actualmente el peso. Son simples adornos de la Sierra Norte de Sevilla sobre el río que la separa de Triana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario