Te quiero infinito, lo prometido es deuda" | Actualizado 21.05.2009 - 05:03 zoom Peter y Birgit, turistas alemanes, ayer, en el puente de Triana. * 1 comentario * 0 votos * enviar * imprimir * incrementar * disminuir EL último es bien reciente. Lo firman Sarah y Paco, que suscriben el mensaje común: "Siempre juntos". Está fechado el pasado martes 19 de mayo. Es uno de los casi 50 candados colocados en los barrotes del puente de Triana por parejas de enamorados. El Guadalquivir es el matarile al que van a parar las llaves del amor en esta moda manriqueña que unos dicen que viene de Italia y otros que de Rusia. Estos candados ya forman parte de las guías turísticas de Roma, donde el fenómeno surgió con una novela romántica de Federico Moccia titulada Ho voglio di te (Hoy tengo ganas de ti). En el puente Milvio construido sobre el Tiber en tiempos de Nerón los visitantes se sorprenden ante los miles de candados de enamorados que han trascendido de ese lenguaje privado para crear toda una corriente de opinión pública, desde el partido de centroizquierda que solicita su retirada hasta el grupo que propone sustituirlos mensualmente y entregar a la Cruz Roja el dinero obtenido con la venta del latón. En el puente de Triana esta expresión del sentimiento amoroso es por ahora mucho más modesta. Lo primero que sorprende al curioso es la cantidad de fabricantes de candados que existen: KMT, Tifón, Silván, Gisa, Unique World Ball, Leiva, Arfe. "Hay una competencia feroz entre los fabricantes italianos, franceses y checos", dice Manuel Moreno, de la Ferretería Roma, la más próxima al puente de Triana, esquina de Trastámara con Reyes Católicos. "El que compra un candado nunca dice para qué lo va a emplear", dice Moreno, que lleva el Coliseo como imagen de referencia de su móvil. De producto nacional, el que más venden es Lince, fabricado en Elorrio (Vizcaya). Un lince autóctono, ibérico. Roma es el palíndromo de Amor, la palabra que preside toda esta mensajería ferruginosa en el puente más cantado de Sevilla. Todo es muy romántico en el entorno: hay un castillo, un río, una capilla, una plaza de toros. En el puente han sellado su amor bajo llave Dany y Andrea, Paula y Agu, "Mi Soledad y yo" (sic), M&M ("Te quiero infinito y lo prometido es deuda"), Ana y Mario, José Carlos y Dunia, Antoño y Tutana, Marta y Roberto, Amy y Robert, Carlos y François... "Es verdad, cada vez hay más", dice Paco Acosta, que todos los días cruza el puente de Triana para volver a su casa en un antiguo corral de vecinos. Cuando salió de la cárcel por su vinculación con el proceso 1001, se afincó en el Polígono San Pablo y desde 1985 vive en Triana, el microcosmos en el que de niño ayudaba a su padre tranviario a repartir periódicos en la Cava de los Gitanos y donde con 12 años entró en la Escuela de Aprendices de Hispano-Aviación. "El amor eterno es muy romántico, pero hoy es estadísticamente una osadía", dice Acosta. Peter Hot trabaja de ingeniero en Colonia y está de vacaciones en Sevilla con Birgit, su mujer. Les agrada el asunto, que desconocen si es tradición o novelería. Mateo Martínez cruzó el puente de Triana cuando hace 11 años dejó de trabajar en la bodeguita de su suegro, sanluqueño de cuna, en la calle Pagés del Corro. Ahora tiene un puesto de chucherías y souvenirs al otro lado del puente, el de Sevilla. "Candados no vendo". "Van a tener que hacer algo, porque el puente, igual que el Barranco, son dos monumentos", dice Mateo. Su candado particular lo selló con la llave del amor el 18 de enero de 1981, cuando se casó con su mujer, la hija del bodeguero, en la Esperanza de Triana. "Son buenos candados, valen un dinero", dice Mateo, que nació en Bonares, pueblo de Huelva famoso por las cruces de mayo y por las sevillanas del Pali. "Es un sitio muy visitado, muy antiguo y de hierro forjado". Son muchos más los candados colocados en el lateral que mira a Sanlúcar que en el de Córdoba, como si la desembocadura tuviera más tirón romántico que el nacimiento en Cazorla. Pepe Caro ha visto cosas similares, declaraciones de amor, promesas de fidelidad, sociedades de apoyo mutuo, en el paso del Quema. Vino de Paterna del Campo a los aviones y ha vivido en Triana en dos etapas de su vida. "Cuando me casé me fui a Camas, que era lo que estaba más cerca de Triana, y cuatro años después volví". En Roma le temen más a los enamorados que al espectro de Nerón. Una de las farolas de las que cuelgan los candados se ha caído dos veces. Un grupo ecologista ha pedido que al menos las llaves que utilicen los enamorados sean biodegradables.
Diario de Sevilla - "Te quiero infinito, lo prometido es deuda"
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